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Vicepresidencias

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 16 octubre, 2013


Creo que es menester agradecer a los y las candidatas que hoy conforman las nóminas de las fórmulas presidenciales su coraje y determinación


Hablando Claro

Vicepresidencias

El repaso a los nombres y respectivas calidades de los vicepresidentes y vicepresidentas escogidos por los candidatos nos deja un buen sabor de boca. Independientemente de sus orientaciones, capacidades y habilidades específicas, tenemos a la vista el producto de un esfuerzo por designar ciudadanos costarricenses honorables que proporcionan lucidez a las listas y potencian la oferta electoral. Algunos por supuesto tienen más trayectoria tanto en la política como en el ejercicio de funciones públicas. Unos tienen mejor desempeño mediático y ello constituye un valor agregado incuestionable, particularmente en esta época en que la política es, fundamentalmente, un quehacer mediatizado.
Pero todos, en mayor o menor grado, reitero, son personas de valía que merecen por tanto un reconocimiento de entrada: el reconocimiento de haber accedido a dejar las zonas de confort de sus vidas familiares, del ejercicio profesional liberal, de la academia o de la empresa privada para hacer parte medular de la gestión no suficiente pero sí básica fundamental de la democracia; la democracia electoral.
Dicho lo anterior, sé que no resulta políticamente correcto en nuestro medio referirse a la complejidad que significó para prácticamente todos los candidatos lograr esas aceptaciones. Pero es menester hacerlo porque cada vez resulta más difícil conseguir que ciudadanos con sólida formación y principios éticos de reconocida solvencia, estén dispuestos a jugarse el todo por el todo, entrando a la arena descarnada de la política sabiendo que es un entramado complejísimo donde se trabaja mucho, se gana poco y se pone en juego casi todo por servirle a la Patria.
En otras palabras, no se trata solo del hecho ya de por sí absurdo e incomprensible de que las funciones más altas del ejercicio público sean tan mal pagadas en nuestro país, sino que además, en estos tiempos, sea un ejercicio socialmente devaluado y hasta satanizado.
Quien se atreve a ser parte, sabe que sus días de paz, armonía y tranquilidad quedan atrás para entrar a un juego de arenas movedizas en las que encontrará trampas externas por doquier y enemigos internos a granel.
Todos los aspirantes presidenciales han enfrentado enormes dificultades y muchas declinaciones en el camino para encontrar buenos candidatos a las vicepresidencias, sin dejar de lado que muchos otros no aceptaron ir a las listas diputadiles.
Sin duda, lo mismo le sucederá al Presidente electo con la composición de ministerios y autónomas. Políticos, ciudadanos y medios hemos devaluado la función de los altos cargos públicos a su mínima expresión.
Por eso creo que es menester agradecer a los y las candidatas que hoy conforman las nóminas de las formulas presidenciales su coraje y determinación. La mayoría sabiendo que no fueron los primeros de la lista a quienes se les pidió aceptar.

Vilma Ibarra

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